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La pregunta del millón ¿Cuál es mi idea de yo?

Fíjate que trabajo en ayudar a niños y a adolescentes en mejorar dificultades mediadas por el lenguaje cuando yo misma, en más de una ocasión, dudo en relación a algunos conceptos o ideas. La diferencia con la mayoría de ellos es tener identificada la ambigüedad, es decir, ser consciente de no tener completamente clara una definición dependiente del punto de vista que se emplee. Por lo tanto hay una progresión de la incompetencia inconsciente a la incompetencia consciente.

En cualquier ámbito de cosas aclararse con lo que sabes y no sabes, es un facilitador para ir depurando las dificultades personales que permite ir orientando el foco de atención a los problemas más acuciantes e ir haciendo limpieza, desbrozando el caos mental.

Sucede mucho con conceptos abstractos y la resonancia que tienen en tu propia experiencia de vida lo siguiente. Con la cantidad de información a la que podemos acceder en un plís plás en nuestra era digital, es evidente el hándicap de la intrusión de ruido informativo carente de validez avalada sólidamente pero además, la dificultad comparativa de ideas de diferente base explicativa.

Incluso después de tiempo estudiando algún tema específico por ejemplo el Ego, es arduo tratar de recoger en un modelo sintético aportaciones de distintos orígenes integrando ideas alineadas. Acabas adoptando puntos de vista ajenos que apuntan el mismo tópico para poder describirlo más ámpliamente, aunque no estoy segura que correctamente y por descontado no completamente.

¿Cómo gestionar entonces algunos temas para autoayuda si la integración de argumentos no hace encaje para ti?

En mi opinión considero que es cuestión de perseverancia en acciones de carácter voluntario para observar en la propia experiencia que hace sentido para ti mismo. Auto-observación con humildad sin entrar en batalla contra tu ego, contra esa idea del “yo”, prestando atención a tu experiencia y permitiéndote sentir el espacio de libertad que se abre al bajar la preocupación por ganar o perder, soltando algunos apegos.

Los apegos son expresiones de nuestra idea de yo, nuestra mente que nos distancia de la realidad que somos.

No hace falta que matemos el ego, pero hace falta cuidarlo y usarlo para el bien común. Petra Stöerig, psiconeurobióloga (1997, Universidad de Düsseldorf) afirmó “Un ser incapaz de diferenciar entre sí mismo y los demás está condenado a la extinción inmediata… ya que, en ese no saber distinguir, él mismo se convertiría en el principal candidato a ser su propio alimento, por una mera cuestión de cercanía...”. El Ego es una construcción de sentimientos, emociones, identidades, pensamientos fugaces. Controlador de las riendas de nuestro ser que nos causa dolor, con la repetición de mensajes y el miedo al cambio por afectar los pilares profundos de nuestra identidad.

Algunos apegos cognitivos:

- Búsqueda de satisfacción mediante el recuerdo de algunas vivencias

- Inmovilidad en las conclusiones

- Intento de imponer a los demás las propias costumbres o ideas

- Sobrevaloración de uno mismo y de lo propio

...

Algunos apegos afectivos

- Hábitos egoístas, abundancia de caprichos y manías

- Celos, rivalidad, envidia...

- Realización o aportaciones a cambio de algo

- Tendencia a culpar a los demás de lo negativo

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