Sabiduría de mujer que desatendemos
Aparte de la violencia y el miedo, nada en nuestra sociedad ha sido más eficaz para mantener en su lugar a las mujeres que la degradación del ciclo menstrual. Nuestra naturaleza cíclica ha sido el blanco de todo tipo de bromas. Para muchas, la pubertad y la primera menstruación han sido saturadas de vergüenza y humillación. La mayoría de las chicas aprenden respecto al ciclo menstrual de una forma aséptica y clínica, sin respeto por su cuerpo femenino ni su sexualidad. Pocas veces se habla de cómo están relacionados su cuerpo y su sexualidad con el ciclo menstrual. A muy pocas niñas se les presenta la menstruación como un rito positivo de pasaje a otra etapa de su vida. Son palabras de Christiane Northrup invitándonos a la reflexión sobre nuestra condición biológica… y psíquica (social).
A pesar de que en nuestra sociedad moderna estamos desconectadas de los ritmos de la naturaleza, los ciclos de la misma -el flujo y reflujo de las mareas y los cambios de estación- se reflejan en los ciclos menstruales femeninos individualmente.
Como mujeres, todas tenemos nuestra propia vivencia al respecto de la menarquia -primera menstruación- y la significación que supuso el acompañamiento a su conocimiento e integración particular un tanto distinta según nuestra generación. Todas tenemos una historia particular matizada de emociones en nuestras diferentes etapas de vida. Probablemente ignorantes del saber oculto al que muchas hemos vivido de espaldas, condicionadas por nuestra enculturación.
El ciclo menstrual rige el flujo, no únicamente de sangre, sino también de la información y de la creatividad, puesto que recibimos y procesamos la información de diferente forma según la etapa de nuestro ciclo. Existe una estrecha relación entre la psique de la mujer y el funcionamiento de sus ovarios.
Desde el comienzo de la menstruación hasta la ovulación (fase folicular) estamos madurando un óvulo y, al menos de manera simbólica, preparándonos para dar nacimiento a otro ser, papel que la sociedad honra. Nuestra sociedad dominada por hombres lo valora mucho y nosotras lo interiorizamos con los días buenos de nuestro ciclo.
Muchas mujeres encuentran, en esta etapa, el estar en la cima de su expresión al mundo exterior, su energía es extravertida, se sienten llenas de entusiasmo y nuevas ideas, y en definitiva son más fértiles. El deseo sexual está en su apogeo a mitad del ciclo (fase ovulatoria), y nuestro cuerpo segrega al aire hormonas que se han asociado con el atractivo sexual.
Esta fase es un buen momento de inicio de nuevos proyectos, antes de la ovulación los niveles de estrógeno están en su cúspide y nuestras emociones y comportamiento dirigidos hacia el mundo exterior.
La ovulación, a mitad del ciclo, viene acompañada por un brusco aumento de las hormonas (folículo estimulante o FSH, luteinizante o LH), base biológica que sustenta la creatividad en su grado máximo.
El incremento del nivel de estrógenos se relaciona con el aumento de la actividad del hemisferio cerebral izquierdo (fluidez verbal) y la disminución de la actividad del hemisferio derecho (capacidad visual y espacial).
Durante la ovulación, las mujeres se sienten más relajadas y contentas, mucho más receptivas al afecto y a la atención de los demás.
Si no quedamos biológicamente embarazadas durante la ovulación, pasamos a la segunda mitad del ciclo, la fase lútea, de la ovulación hasta el inicio de la menstruación. Durante la fase post ovulatoria y premenstrual, cuando los niveles de progesterona están bajos, tendemos a centrarnos en nosotras mismas y estamos más interesadas en actividades orientadas hacia el interior.
Es un período de evaluación y reflexión, en el que se contempla lo que se ha creado y los aspectos negativos o difíciles de nuestra vida que es necesario modificar.
Pueden preferirse tareas más rutinarias que no requieren mucha participación de otras personas, ni tampoco un pensamiento expansivo propio. En la fase premenstrual y menstrual nuestra fuerza vital parece desaparecer.
Nuestra limpieza biológica natural va acompañada también de una limpieza psíquica. Muchas mujeres han observado los dos primeros días de la regla sentir deseos de organizar su vida, sus cosas.
Nos retiramos de la actividad exterior y nos dedicamos más a la reflexión, nos volvemos más hacia nuestro interior, preparándonos para desarrollar o alumbrar alguna cosa que surge de nuestro interior más profundo.
La “sociedad” no es tan entusiasta con esta fase que juzga “mala e improductiva” las emociones y la introversión. En general nuestra cultura solo valora lo que podemos entender racionalmente, y muchas mujeres tendemos a bloquear siempre el flujo de información reflexiva e intuitiva que llega antes o durante la menstruación. La información que nos transmiten las emociones, los sueños, los deseos.
Cuando bloqueamos sistemáticamente la información de la segunda mitad del ciclo menstrual, ésta no tiene otra alternativa que regresar como síndrome premenstrual o menopáusico según la edad.
En la fase lútea, estamos más sintonizadas con nuestro saber interior y con lo que no funciona en nuestra vida. Antes de la menstruación es más fino el velo que separa los mundos consciente e inconsciente, teniendo mejor accesibilidad a aspectos inconscientes de nuestro yo que en otros momentos del mes. Se activa más el hemisferio cerebral derecho, relacionado con el conocimiento intuitivo, mientras que disminuye la actividad del hemisferio izquierdo y también aumenta la comunicación entre los dos hemisferios. La fase premenstrual es por tanto, un período en el que tenemos más acceso a nuestra capacidad de reconocer y transformar los aspectos difíciles y dolorosos de nuestra vida. Estamos más sintonizadas de manera natural con lo que tiene más sentido para nosotras, estamos más emotivas y propensas a desahogar la rabia, el dolor de cabeza y el cansancio, y también posiblemente se puedan exacerbar algunas enfermedades existentes.
Mientras estemos desconectadas de nuestras partes ocultas, sufriremos antes de la menstruación. Los problemas premenstruales dolorosos o desagradables son siempre reales y hay que abordarlos. Posiblemente, nuestro cuerpo y nuestra mente no expresen nuestras inquietudes y problemas de la misma manera como lo harían durante los primeros días del ciclo, pero nuestra sabiduría interior pide que se le preste atención.
La tendencia natural a volvernos hacia dentro durante el período premenstrual se refleja en la naturaleza en la tendencia a volvernos introspectivas en el otoño. Toda la naturaleza refleja esta misma sabiduría. En otoño e invierno, los árboles envían su energía a las raíces, bajo tierra, donde hay -aunque no lo veamos- una profunda actividad y revitalización. Durante la fase lútea del ciclo menstrual -que sigue a la ovulación- hacemos balance y preparamos el siguiente ciclo de crecimiento hacia el mundo exterior.
Si queremos recuperar nuestra sabiduría menstrual y honrar nuestra naturaleza cíclica, debemos reconocer las actitudes negativas hacia el ciclo menstrual que la mayoría de nosotras hemos interiorizado. Reconocer el dolor y las molestias que muchas de nosotras experimentamos cada mes.
Añadiría, agradecer la oportunidad que nuestra biología nos ofrece mediante los ciclos recurrentes de nuestra naturaleza femenina para procesar, ahondar y crecer como personas en un lenguaje propio que debemos atender y apreciar… que quizás con los años aprendamos a escuchar en lugar de juzgar negativamente bajo condicionamiento social.
Anna Maria Sells, psicóloga y coach