Cambio de registro a medio camino
La vida nos ofrece experiencias que integramos de manera particular dependiendo de nuestros recursos neurofuncionales. La gran cantidad de datos que aprendemos, con los que vamos conformando nuestra experiencia y nuestras capacidades, permiten unas posibles respuestas a las circunstancias que transitamos. Podemos responder a las exigencias de la vida, así como también a nuestras necesidades como siempre hacemos; pero también podemos detenernos a conocerlas y evaluarlas, siendo escrupulosas observadoras de cómo “hacemos” y de qué manera resuena esa actuación en nosotras, para hacer algo al respecto: quizás seguiremos como siempre padeciendo en algún aspecto o finalmente apostaremos por nosotras mismas y decidiremos mejorar.
Hay transiciones, circunstancias o etapas de la vida que te indican con señales (que solo tú puedes leer) cómo debes resolver con algún cambio para reajustarte e ir manteniendo esa alineación de tu valores con tus actos. Eso ocurre si te has iniciado en esta actitud interesada en observar y ser consciente sobre ti misma, para actuar con responsabilidad y compromiso personal de integridad. El hecho es que muchas veces confundimos lo que vemos y el cómo nos sentimos con la idea que nuestro ego trata de hacernos prevalecer. Damos por válido nuestro pensamiento que juzga desde el plano mental lo que nos sucede, pero está desconectado de nuestra verdad más inmediata que es la que procesan nuestros sentidos y emociones.
Fuera tópicos, lo cierto es que, en las mujeres, nuestra biología está regida por unos ciclos y etapas que nos afectan con intereses diferentes. Centrada en el tema e indagando información accesible en las redes sociales, tecleé una búsqueda inmediata sobre las mujeres de 50 años -mi edad-. No me siento personalmente identificada con la referencia a una idea general de pérdida, de crisis, de vacío, como expone buena parte de la bibliografía de salud. Tampoco me encaja en el conocimiento general profesional y personal que tengo de mujeres de la misma edad, con contextos y demandas totalmente diferentes. Y es que cada persona es un mundo, y durante este recorrido de experiencias variopintas en los diferentes ámbitos de la vida que han conformado nuestra personalidad, sí creo que compartimos una visión. Según qué situaciones no se aprecian igual que habíamos hecho tiempo atrás.
Algunas de nosotras elaboramos la forma de ajuste que nos signifique actualizadas (versión 2.0) con toda la potencia y saber hacer de nuestra experiencia. Particularmente, más bien me gustaría compartir la gratitud del momento vital actual, haber conseguido en general una mirada más serena de las situaciones (en tanto que pruebas superadas), una perspectiva de recorrido por andar, asumida la incerteza y paradójicamente con confianza interior, la que te permite apertura y flexibilidad para poner en valor el músculo de aprender y desaprender, más que el propio contenido específico y más que menos provisional.
Mi forma de tratar la realidad es una mirada panorámica y amplia, aunque reconozco que a veces necesitaría mayor detalle. Muchas veces es el conocimiento de una información mediante la lectura o el estudio, que busca unir puntos, comprender, encontrar respuestas... pero muy consciente de que no puede obviarse la práctica y la vivencia en el autoconocimiento (como en todo). Expresándome, para muchas personas y aún más para muchos hombres, creo que es posible que me consideren demasiado conceptual (abstracta), difícil de seguir en tanto que no me explicito suficientemente. Quizás dejo demasiados aspectos a la inferencia personal, pero mi forma de procesar y decir es así. Un día finalmente decidí aceptarlo como un valor de respeto a la intimidad y a la capacidad de razón del interlocutor. Es difícil en pocas palabras sintetizar procesos que pienso se mantienen detrás de numerosos ejemplos de actuación y no hay propuestas efectivas de manera universal.
A lo que iba era a manifestar que, detenerte a asentar el ruido mental que te lleva a actuar sin demasiada satisfacción y a trabajar para retomar la dirección interior de tu vida es posible, conociéndote e identificándote en nuestra esencia y nuestros biorritmos como mujeres. Debemos creer en la sabiduría innata de nuestro cuerpo, sin ser necesario que sepamos exactamente por qué le ocurre algo para responder a ello puesto que, la comprensión viene después de habernos permitido experimentar lo que estamos sintiendo.
Comienza por el principio sencillamente, si te sientes inquieta, indispuesta… simplemente permanece con ese sentimiento, permítele que se exprese. Una vez que te hayas dado permiso para experimentarlo, entonces dedica un momento a repasar los últimos acontecimientos (últimas horas/días), puede darte una pista relativa a lo que precedió a los síntomas. Por cierto y último, actúa en consecuencia.
¿Qué necesitas que tu cuerpo te advierte?
Anna Maria Sells (psicóloga y coach)