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Asertividad y educación


Como ya comentamos en la anterior entrada, este verano ha sido muy activo en cuanto a publicaciones en los medios escritos de comunicación. La semana pasada comentamos el artículo en la revista MÍA. Hoy os acercamos la publicación en el diario ara (www.ara.cat) del pasado 15 de agosto, fecha en que se inauguraba la nueva sección "aracriatures" (ahora criaturas).

El artículo, de Xavier Tedó, se fundamenta en una entrevista a nuestra experta psicóloga y coach Anna Maria Sells que, además de trabajar en KolamCo, dirige el GEiTnf (Gabinete de Educación y Terapias Neurofuncionales).

Sin más preámbulos, os adjuntamos el texto (podéis ver la versión original publicada aquí):


FOMENTANDO LA EMPATÍA

La comunicación asertiva garantiza el desarrollo emocional de tu hijo y fortalece el vínculo con los padres.


A caballo entre la pasividad y la agresividad encontramos la asertividad, una habilidad social que consiste en manifestar de forma clara, franca y respetuosa las propias opiniones, así como en aceptar los pensamientos y las críticas de los demás. "Ser asertivo –explicaba recientemente la escritora y pedagoga Eva Bach, coautora junto a Anna Forés del libro La asertividad- se está convirtiendo en una cualidad deseable", pero alertaba de que "cada vez es más fácil encontrar personas que, a pesar de tener un estilo más bien agresivo, van de asertivas ". "La verdadera asertividad es una virtud de la que no se presume, sino que se ejerce, y que se practica más que se predica ", sentenciaba Bach en alusión a los que quieren imponer únicamente su punto de vista.

A pesar de este mal uso de la palabra, la asertividad es el medio más adecuado para tejer unas buenas relaciones, especialmente entre padres e hijos, porque se fundamenta en un diálogo basado en la confianza y el respeto mutuo. Anna Maria Sells, directora del Gabinete de Educación y Terapias Neurofuncionales, asegura que la principal virtud de la asertividad es que los niños "crecen emocionalmente y mentalmente de manera saludable, porque promueve el respeto por uno mismo sin ir en contra de nadie". Sells, que asesora al equipo educativo y a los padres de algunas guarderías, afirma que "muchos comportamientos inadecuados de los niños responden a la falta de asertividad ". Por este motivo defiende que "siempre se debe utilizar una comunicación asertiva y hacer prevalecer un posicionamiento con alguna referencia objetiva para que el niño tenga un criterio a la hora de tomar decisiones ". "Las órdenes deben ser firmes y claras con los más pequeños -asegura la coach-, y hay que darles dos alternativas cuando son más mayores, porque la reflexión se debe educar, han de capacitarse, porque si no, no lo integran".

Cuando se está discutiendo sobre algo, los padres pueden decirle al hijo que entienden su punto de vista pero que ellos consideran que no es la mejor opción. Buscar el punto medio o una solución justa para ambas partes es la sugerencia que dan los expertos para encarar un diálogo que se embarranca.


INFORMACIÓN Y NORMAS


Sells considera que uno de los errores más comunes que cometen las familias

es dar un exceso de información los hijos cuando aún son pequeños: "Pueden entender una intención, pero no todo el discurso. Argumentamos demasiado para hacernos entender, pero no son adultos pequeños y no tienen memoria histórica ".

La asertividad tampoco implica que se deba discutir sobre todo, ya que no se debería perder de vista que la función de los padres es guiar y establecer límites que deben cumplirse por tener una convivencia sana. En cambio, sí que se debe fomentar el diálogo con conversaciones sobre temas de interés mutuo para que el niño pueda expresar su opinión e intercambiar puntos de vista opuestos.

En casa de Josu y Eli, el diálogo con su hija mayor, Isaura, que tiene tres años, forma parte de su día a día. "Siempre dialogamos, para todo, y ahora más, porque tiene mucho miedo, bien porque llora su hermano pequeño o porque el ventilador hace ruido", señala él. El carácter de su hija también ayuda: "Tiene rabietas muy fuertes y después de contenerla iniciamos el diálogo para escuchar sus necesidades. Saber escuchar es básico para ver qué le ocurre", dice Josu. Cree que no todo debe pasar por el tamiz del diálogo: "Subir al sofá no es negociable, es un no y se acabó. Muchas veces no es necesario un razonamiento, porque los límites están claros, pero hay situaciones que sí lo requieren". Que los padres vayan a la par es una condición indispensable para el éxito de la empresa. "Los acuerdos con la pareja son claves. Hay que ir al unísono y remar en la misma dirección para que lo entienda, sin desautorizaciones del uno hacia el otro", subraya Josu.


LOS PADRES, UN ESPEJO


Los padres son el modelo del hijo y la asertividad debe construirse tanto en la palabra como en los hechos para evitar incongruencias. Esta relación positiva entre padres e hijos sólo arraiga si la conducta y el discurso de los progenitores son coherentes entre sí. Acordar las reglas de casa previamente resulta, pues, indispensable.

También lo es explicar al hijo cuáles son sus derechos y sus deberes y las consecuencias que puede tener incumplirlos. "Cuando son pequeños deben saber simplemente si una cosa está bien o mal. Con cinco o seis años ya son más maduros para entender que todo tiene consecuencias", dice Josu. También admite que no siempre es fácil mantener una comunicación asertiva con los hijos: "Si tú estás mal te costará mantener un diálogo sereno. Hay momentos personales, también, en los que no eres empático. En casa, a las nueve me gusta mirar el telediario y la niña va a dormir, y aunque diga que no tiene sueño se va: no hay diálogo posible. Su madre, en este caso, no es tan tajante". Su profesión como docente le ha ayudado en casa: "La asertividad y la empatía son vitales como maestro". La escucha activa, que ha ser recíproca, juega un papel central en la comunicación asertiva. Escuchar sus sentimientos y enseñarles a escuchar es una valiosa herramienta para el su desarrollo. "Hay que enseñar el turno de palabra; decirles, por ejemplo, que ahora estamos hablando nosotros, y luego preguntarles qué te querían decir. Educación y modelaje, contenido y forma. La mejor manera de educarlos es darles un buen modelo, que los padres deben seguir, porque si no los hijos tampoco lo harán", dice Sells. El egocentrismo de los niños, que se ven como el ombligo del mundo, no ayuda. Sea como sea, Sells opina que "hay que contener su temperamento porque su carácter se va forjando poco a poco, y cuando es necesario se les debe decir que su actitud no nos gusta. La asertividad es una habilidad social que se sustenta en la autoestima para que afronten situaciones complicadas y aprendan, por ejemplo, a compartir juguetes con sus amigos, porque ellos siempre quieren hacer prevalecer sus intereses".


REFUERZO POSITIVO


A la hora de gestionar un conflicto, Sells también coincide en la importancia de mostrarse empático sin ocultar cómo te sientes tú: "Entiendo que te enfades, pero esto no está bien y no me gusta. No se debe ignorar el sentimiento, la emoción que pueda sentir, pero manifestando al mismo tiempo lo que te genera a ti esta reacción", apunta. Una de las premisas de la asertividad es el refuerzo en positivo, que consiste en decir las cosas en afirmativo y no en negativo: "La instrucción ha de ser positiva, no les has decir que no pongan los pies sobre la mesa sino que los pongan en el suelo". De esta manera los hijos aprenden lo que tienen que hacer y no lo que no deben hacer. Las conductas positivas deben reconocerse para que vean y entiendan que son apreciados por lo que son y no por lo que pueden llegar a ser: "Guiñar el ojo o darles una mirada de aprobación son un refuerzo positivo que nos sirve para valorar una respuesta correcta e ir marcando el camino", prosigue Sells, que no tiene ninguna duda de que "cuando se les tiene en consideración y se les permite el ensayo-error en positivo los validamos como personas, ya que reforzamos su seguridad y autoestima". Una comunicación clara y coherente que debe ir acompañada de seguridad en las formas y en el tono, sin levantar nunca la voz, que es señal de debilidad y autoritarismo: "Si los padres han perdido los estribos, es necesario que después busquen un momento de calma y les expliquen que no han actuado bien gritando", concluye Sells.



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